domingo, 20 de mayo de 2007

PARROQUIA DE TREMAÑES ARRASADA


Aunque Xosé Nel Caldevilla escribía, tiempo ha, un utópico artículo, titulado: “Por Tremañes no pasarán”.

La realidad siempre se muestra más tozuda que el deseo o la utopía.
La parroquia de Tremañes siempre fue la malquerida del Gijón de mis amores, su historia como entidad parroquial, con sus Quintas y zonas residenciales de nobles o regentes, prácticamente se la ha comido el olvido.

Tambien se olvida su relación con la diosa romana de la Fortuna Balnearia, y hasta la existencia de un cierto marquesado con plaza en la zona; y a buen seguro que algún cronista playu si Salmerón hubiera dormido en Somió, pongo por caso, se sabría en que casa habia pernoctado, o cómo era ésta, y hasta alguien se devanaría los sesos para saber como eran sus propietarios, su parentela, pero si lo hizo en alguna Quinta de Tremañes, como mucho se mencionará la parroquia y en todo caso se daria la cosa como si hubiera sucedido en el quinto infierno.

Y no hablemos de una zona donde vivió y se asentó una buena parte del dirigentismo obrerista del siglo XIX y XX, que seguramente buscaba paz, y precios de alquileres más asequibles.

Por estas tierras anduvo un huérfano político como Belarmino Tomás, y hasta hubo Comités Republicanos y cierta presencia anarquista, lo que no está nada mal para una parroquia rural.

Hay luego otra historia, ya prácticamente olvidada o que se quiere olvidar a todo trance, y es la de Tremañes como territorio fronterizo, aquel donde los primeros emigrantes levantaban sus chavolas, algunos de los cuales hoy prósperos ciudadanos residentes en otros barrios más relucientes y de más cachet.

Vecinos que renuncian a esa ciudadanía de origen, que hoy debe parecerles como de tercera, y por eso muchos se guardan decir que uno es oriundo de Tremañes.

Fue este un territorio obrero por excelencia, de emigración, y porqué no decirlo de marginalidad épocas en las que todo el mundo se tapaba las narices por lo raro que olían los gitanos y portugueses que ocupaban los territorios de la Dehesa o de Villacajón. Barrios que nuncan saldrás en las historiografías nobles del concejo gijonés

Tremañes como poblamiento soportaba estoicamente la devaluación de su territorio, las invasiones sin medida y sin control de mercheros, gitanos y payos, gente de todo pelaje y condición, sin que mediara más problema que la convivencia difícil de una parroquia se sentía como apestada y acorralada.

Y apestada fue y se consideró, porque de ser una parroquia rural en transición fue virando por acción de los especuladores hacia un territorio semi industrial donde la violencia se ejercía en cada esquina, aún recuerdo los miedos a la hora de transitar por algunas de sus oscuras caleyas.

Hoy la aldea se ha terminado convirtiendo el territorio en un gran polígono industrial que ha crecido sin control y sin tasa, y cuyos límites ahora son el pasto y bocado de las grandes fauces de las Sogepsa de turno, sin que parezca que este territorio este en la marcha contra el desafuero que se está cometiendo con algunas zonas de Gijón.

La utopía de ver territorios como La Calzada, Tremañes y Santa Bárbara unidos constituyendo una gran área suroccidental, ya no será posible, pues Tremañes ha pasado de un territorio acosado, a una parroquia arrasada, y como siempre los pocos vecinos que aún moran y que morarán por lo tiempos de los tiempos, sufren y padecerán del síndrome de la uralita, o sea condenados a contemplar desde sus ventanas los ondulados tejados frabriles que ya con fuerza asolan el territorio.

Ya no es un fenómeno solo de Tremañes, pues a Gijón se le está cercando a base de un férreo cinturón de polígonos industriales de fea factura y pero estética, el cual va desde la zona Sur hasta completar por el Oeste la sucia Arcelor.

Todo un conglomerado, que está logrando que una ciudad, que en su interior es paz y remanso y la cual se ha ido modelando hasta hacerse apetecible, sin embargo hoy sus extrarradios rurales y ruralizados estén siendo pasto de la peor estética y pésima planificación, que hacen penosa su visión desde el exterior.

Digamos que hoy presentamos para el que nos visita la más infame imagen posible, y en ello está cooperando la activa Sogepsa, y los especuladores de turno y la necesidad de dar abasto a tanta demanda industrial, auqnue hay otro desarrollo casi sin control y que en estos últimos meses hacen que la parroquia se levante grandes edificios a modo de modernos cuarteles mineros que convierten de nuevo a este territorio en una imagen viva de lo que no debe hacerse y que se ha hecho.


Víctor Guerra

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